Aborto: no somos recipientes del Estado

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La autora, en el Día Mundial por la Salud de las Mujeres, afirma que cambiar la actual Ley del Aborto es un grave riesgo. 
Las mujeres podemos ser habitadas, voluntaria o forzadamente. Es cuestión de un instante.
Un instante en el que, independientemente de las circunstancias externas, en el interior de las mujeres comienza el proceso que podría dar lugar a una nueva vida. Magia pura cuando se produce desde el deseo, el amor y la libertad.
La naturaleza, aunque dicen que sabia, no siempre es generosa con el bienestar de las mujeres: en el caso de las mujeres el orgasmo no está directamente vinculado con la ovulación, ni el deseo y el amor necesariamente dan siempre lugar a una nueva vida, ni la fecundación se da necesariamente cuando existe placer, deseo y amor.
La fecundación puede darse en múltiples circunstancias no siempre planeadas ni disfrutadas. Independientemente de cómo haya sucedido, comienza el proceso, de pronto, nuestro cuerpo empieza a experimentar cambios que nos afectan física y emocionalmente sin que podamos a priori controlarlo. Un ser empieza a formarse en nuestro interior, ajeno y estrechamente vinculado a nosotras, dentro de nosotras, queramos o no, lo hayamos deseado o no. Un ser que fue concebido desde el amor y el deseo, desde la ignorancia o desde la violencia y el sometimiento.

Transformadas en “recipientes”

Es en este momento en el que algunos estados e instituciones eclesiásticas, normalmente buenos aliados, lideradas mayoritariamente por hombres y sorprendentemente apoyadas por algunas mujeres, desconectadas de su identidad, su naturaleza, empatía y sororidad se otorgan a sí mismas/os el poder de decidir sobre nuestra vida, sobre la vida de las mujeres. Nos objetivizan, nos quieren transformar en meros recipientes sin raciocinio y sin alma. Se convierten en embajadoras/es de la nueva vida que se va formando convirtiendo al feto en sujeto prioritario de derechos en detrimento de los nuestros.
Probablemente las mismas instituciones y personas que no desean invertir o que se invierta en información y medios para prevenir embarazos no deseados. O para que los prevengan las demás… En nombre de Dios nos piden a las mujeres (en ocasiones exceptuando a sus esposas, hermanas o hijas) abnegación, sacrificio y que prestemos nuestro cuerpo y vida en beneficio de un nuevo ser, que no intervengamos sobre el designio divino.

Más incongruencias

Ellas y ellos como embajadores del cielo en la tierra y en nombre de “la vida” se sienten con legitimidad para decidir quien vivirá y quien no…los no natos priorizados antes que las mujeres…( sin recursos, ya que las que los tienen siempre encontrarán nuevas opciones seguras al margen de la legalidad impuesta). Incluso cuando los no natos no tienen posibilidades de sobrevivir proclaman la no intervención aunque suponga la muerte de sus madres mientras incongruentemente están de acuerdo en que se atienda al resto de las personas en hospitales para salvarles la vida.
La ciencia al servicio de la arbitrariedad de unos pocos, y de las pocas con más recursos. Si, desde la mayor incongruencia e hipocresía hay personas que defienden la no intervención para interrumpir un embarazo aún en los casos en los que la vida de la madre está en peligro ¿en nombre de “la voluntad de Dios” priorizar al no nato por encima de su madre? ¿No tendrían que abogar, dejándolo todo en manos divinas,por el cierre de todos los servicios médicos? ¿No tendríamos las mujeres que negarnos a que se nos quiera usar como medio para dar vida a costa de la nuestra? Compañeras, la exigencia de la abnegación materna desde el espíritu del sacrificio máximo puede llevarnos hasta la muerte física y/o mental.

No es un capricho

Abortar nunca es una frivolidad, ni un capricho, toda mujer que se pare a pensar y sentir sabe que es difícil escindir el cuerpo de las emociones, que nunca somos meros recipientes sin alma, que acoger otra vida aunque sea temporalmente te afecta de una u otra forma en mayor o menor medida para siempre, y decidir interrumpir un embarazo raramente se olvida.
“Que tengan el bebé y lo den en adopción” dicen algunas/os, una opción perfectamente válida si se ejerce libremente, si no se convierte en exigencia u obligatoriedad legal que las mujeres tengan que poner a disposición su cuerpo, mente y emociones y arriesgar su salud y su vida si no lo desean. Somos personas, no incubadoras. Dicen que quieren salvar vidas mientras destruyen el estado de bienestar que podría garantizar una vida de calidad a las y los que hemos nacido ya.

Más sinsentidos

Más incongruencias a tener en cuenta por las y los antiabortistas que defienden la vida del feto desde que es concebido…¿Saben que todos los fetos que no sobreviven o cuyo ciclo vital se interrumpe no son entregados a sus padres para ser enterrados o incinerados si pesan menos de 500 gramos, aproximadamente con menos de 20 semanas, que el hospital se hace cargo de eliminarlos junto que con otros restos biológicos?¿Saben que un feto no se considera viable hasta la semana 24, es decir, que hasta que no alcance esa edad no se va a luchar medicamente por su vida por el coste económico que supone vs. las posibilidades de que sobreviva?
Otro apunte para la reflexión, ¿En qué otros casos decide el Estado sobre el cuerpo de las personas? ¿ qué otros casos pueden ser equiparables a tener que elegir entre que el Estado te meta en la cárcel o pasar por un proceso de cambios corporales que afectan a tu salud durante más de 9 meses y algo equiparable a un parto, procesos ambos que supondrán secuelas físicas y emocionales para toda tu vida? Nos piden ese acto de “generosidad”? Bajo el mismo parámetro sugiero que impongan por ley que los hombres donen un riñón poniendo su cuerpo a disposición para salvar otra vida…

Pararse a pensar

¿Alguna/o de ustedes, las/los que defienden la prohibición absoluta del aborto, se ha parado a pensar lo que supone para una mujer sentir crecer en su interior a un feto que no ama ni desea, a un feto que puede ser producto de una violación, a un feto que puede estar enfermo, moribundo y que morirá en su interior, a un feto cuyo crecimiento le puede llevar a la muerte? ¿Un feto que será un bebé con el que no quiere o puede compartir su vida pero que con todo lo que emocionalmente supone será su hijo o hija para siempre? ¿En algunos casos un feto que si nace no tiene apenas posibilidades de vivir una vida digna siendo deseado y amado?
¿Quién es próvida digna, provida desde la coherencia en la búsqueda del bienestar de las personas, desde la defensa de los derechos humanos, desde el amor, desde el deseo de ser madre, desde la empatía, desde la libertad y no a costa de la enfermedad, la infelicidad y el riesgo vital?

Es nuestro derecho

Señoras y señores, nosotras decidiremos si parimos ya que no siempre decidimos si concebimos, decidiremos sobre nuestros cuerpos, nuestra salud y nuestras vidas. Es nuestro derecho sobre nuestro destino y no permitiremos que otros u otras prioricen otros asuntos por encima de nuestra vida y derechos. Señores, señoras, revisen su conciencia, su moralidad, su coherencia vital y pregúntense si no quieren prohibir abortar en pleno siglo XXI en nombre de otros intereses que están mucho más allá de la defensa de la vida fetal y de los designios de alguna divinidad.
Artículo de Ana Lydia Fernández-Layos Fernández a 28 mayo, 2013.